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hablándole al espíritu. Estas, a veces, son una palabra, a veces dos o más; a veces son
sucesivas, como las pasadas, porque suelen durar, enseñando o tratando algo con el alma,
y todas sin que ponga nada de suyo el espíritu, porque son todas como cuando habla una
persona con otra. Como leemos haberle acaecido a Daniel (9, 22), que dice hablaba el ángel
en él, lo cual era formal y sucesivamente razonando en su espíritu y enseñándole, según allí
también dice el ángel, diciendo que había venido para enseñarle.
3. Estas palabras, cuando no son más que formales, el efecto que hacen en el alma no es
mucho; porque, ordinariamente, sólo son para enseñar o dar luz en alguna cosa; y para
hacer este efecto no es menester que hagan otro más eficaz que el fin que ellas traen. Y
éste, cuando son de Dios, siempre le obran en el alma, porque ponen al alma pronta y clara
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en aquello que se le manda o enseña, puesto que algunas veces no quitan al alma la
repugnancia y dificultad, antes se la suelen poner mayor; lo cual hace Dios para mayor
enseñanza, humildad y bien del alma. Y esta repugnancia más ordinariamente se la deja
cuando le manda cosas de mayoría o cosas en que puede haber alguna excelencia para el
alma; y en las cosas de humildad y bajeza les pone más facilidad y prontitud. Y así leemos
en el Exodo (c. 3n4) que, cuando mandó Dios a Moisés que fuese a Faraón y librase al
pueblo, tuvo tanta repugnancia, que fue menester mandárselo tres veces y mostrarle
señales, y, con todo eso, no aprovechaba, hasta que Dios le dio por compañero a Aarón, que
llevase parte de la honra.
4. Al contrario acaece cuando las palabras y comunicaciones son del demonio, que en las
cosas de más valer pone facilidad y prontitud, y en las bajas, repugnancia. Que, cierto,
aborrece Dios tanto el ver las almas inclinadas a mayorías, que aún cuando él se lo manda
y las pone en ellas no quiere que tengan prontitud que comúnmente pone Dios en estas
palabras formales al alma, son diferentes de esotras sucesivas, que no mueven tanto al
espíritu como éstas, ni le ponen tanta prontitud, por ser éstas (más) formales y en que menos
se entremete el entendimiento de suyo. Aunque no quita que algunas veces hagan más
efecto algunas sucesivas, por la gran comunicación que a veces hay del Divino Espíritu con
el humano; mas el modo es en mucha diferencia. En estas palabras formales no tiene el
alma que dudar si las dice ella, porque bien se ve que no, mayormente cuando ella no
estaba en lo que se le dijo; y si lo estaba, siente muy clara y distintamente que aquella viene
de otra parte.
5. De todas estas palabras formales tan poco caso ha de hacer el alma como de las otras
sucesivas; porque, demás de que ocuparía el espíritu de lo que no es legítimo y próximo
medio para la unión de Dios, que es la fe, podría facilísimamente ser engañada del demonio;
porque, a veces, apenas se conocerán cuáles sean dichas por buen espíritu y cuáles por
malo. Que como éstas no hacen mucho efecto, apenas se pueden distinguir por los efectos,
porque aun a veces las del demonio ponen más eficacia en los imperfectos que esotras de
buen espíritu en los espirituales. No se ha de hacer lo que ellas dijeren, ni hacer caso de
ellas, sean de bueno o mal espíritu; pero se han de manifestar al confesor maduro o a
persona discreta y sabia, para que dé doctrina y vea lo que conviene en ello y dé su consejo,
y se haya en ellas resignada y negativamente. Y si no fuere hallada la tal persona experta,
más vale, no haciendo caso de las tales palabras, no dar parte a nadie, porque fácilmente
encontrará con algunas personas que antes le destruyan el alma que la edifiquen. Porque
las almas no las ha de tratar cualquiera, pues es cosa de tanta importancia errar o acertar
en tan grave negocio.
6. Y adviértase mucho en que el alma jamás dé su parecer, ni haga cosa ni la admita, de lo
que aquellas palabras le dicen sin mucho acuerdo y consejo ajeno. Porque en esta materia
acaecen engaños sutiles y extraños; tanto, que tengo para mí que el alma que no fuere
enemiga de tener las tales cosas, no podrá dejar de ser engañada en muchas de ellas (o en
poco o en mucho). [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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